Las temperaturas en el Mediterráneo aumentaron en un grado centígrado
durante el siglo XX, mientras que las precipitaciones disminuyeron en un
20 por ciento en algunas zonas. A finales de este siglo, se espera que
las temperaturas se hayan elevado dos grados más, lo que es probable
ponga algunas especies forestales en peligro de extinción y resulte es
una pérdida de biodiversidad.
Los cerca de 500 millones de
personas que actualmente viven en el Mediterráneo se prevé llegarán a
625 millones en 2050. Esto supondrá una presión adicional sobre los
bosques como fuentes de alimento y agua.
La situación es
diferente según cada zona. En los países del norte del Mediterráneo el
abandono de los bosques ha llevado a un grave aumento en la incidencia
de los incendios forestales. En el sur, el crecimiento demográfico ha
conducido al sobrepastoreo o que los bosques desaparezcan en beneficio
de la agricultura y la expansión urbana. En ambos casos, el resultado es
la deforestación y la degradación de los bosques, agravada por los
efectos del cambio climático y las crisis económicas. Se necesitan con
urgencia nuevas estrategias de colaboración para la gestión sostenible
de estos ecosistemas frágiles y vitales, según el estudio de la FAO. En
países como Turquía o Túnez, donde ha existido una fuerte voluntad
política, la superficie forestal se ha recuperado de manera
significativa en las últimas décadas.
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